Introducción: En el pasaje del siglo XIX al XX, gran parte de América Latina experimentó un incipiente desarrollo de la industria cultural, junto con una consecuente ampliación notable del público lector, en el marco de un proceso modernizador y democratizador de mayores alcances (Rama, 1985; Ramos, 2021). En el curso de dicha transformación, las publicaciones periódicas alcanzaron una centralidad inusitada y los textos que circularon por esos medios adoptaron cambios significativos. El impulso de las artes industriales, vinculado a factores socioculturales, económicos y tecnológicos, mostró a la prensa –periódicos, revistas y magacines– como una de sus principales agencias de la modernización, así como uno de sus soportes fundamentales. El fenómeno referido favoreció la posibilidad de reproducir y multiplicar imágenes en publicaciones periódicas dirigidas a públicos diversos, lo que produjo un marcado crecimiento del impreso y del grabado de edición (Malosetti Costa y Gené, 2009; Román, 2010). Precisamente hacia fines del siglo XIX, surgió y se difundió en nuestras letras el modernismo, un “movimiento de libertad” –así lo llama Rubén Darío, uno de sus iniciadores (Darío, 2018, pp. 501)– que, de acuerdo con las demandas y condiciones de su tiempo, propuso una profunda y compleja renovación literaria. En este marco, proliferó en la prosa del período un conjunto vasto de textos, heterogéneo e indefinido, que dio lugar a un nuevo género: la crónica modernista latinoamericana (o hispanoamericana), concebida como una zona fronteriza entre el discurso literario y el periodístico. (...)
Fil: Avilés, Clara Ma. Universidad Nacional de Mar del Plata. Facultad de Humanidades. Departamento de Letras; Argentina